Ensayo fotográfico
Cierto día Yara Almoina me llamó por teléfono solicitándome unirme a la búsqueda del “quelite perdido”, sin pensarlo, entusiasmada dije que sí. Ella conocía mi pasión por pepenar imágenes; conjuntar lo que sería casi una investigación arqueológica y el oficio fotográfico, sería el espacio perfecto.
Fue sencillo incorporarme al equipo, Luz Elvira Torres y Margarita Ortega Toxqui, quienes estarían en la parte de las recetas, ya tenían algunos deliciosos hallazgos. Gabriela Méndez por su parte, incorporaba investigación de campo y gabinete.
Quizá lo más importante para mí, en las rutas elegidas para encontrar al “quelite perdido”, fue sobreponerme a la tristeza del extravío de las amadas presencias de Yara, una gran amiga de Lalita González, mi amada madre, y a la desilusión de ver cemento donde una vez hubo campos, sino abigarrados de quelites, estos multiplicándose con delicada belleza.
Ha sido un proceso lleno de caminos perfectos. Gracias a la solidaria compañía de Everardo Rivera, pude limpiar mi nublada mirada y encontré estos testimonios de luz, esto es lo que cuentan…